Viernes 17 de febrero 2017 – hora 07:08 pm

Lenín Moreno, el favorito en la campaña presidencial de Ecuador, trataba de terminar su discurso de campaña el miércoles pero se vio interrumpido, una y otra vez, por gritos de “¡Una sola ronda! ¡Una sola ronda!”

El rugido de la muchedumbre era tanto alarde político como imploración desesperada: si Moreno, el candidato del partido gobernante, consigue ganar la votación del domingo por un margen lo suficientemente amplio, podrá evitar una votación de desempate. De no conseguirlo, tendrá que enfrentar a una oposición unificada en la votación del 2 de abril. Y hasta a sus fanáticos más ardientes les preocupa que él no esté preparado para semejante pelea.

“Yo miro al cielo todas las noches y rezo para que él gane en la primera ronda”, dijo Eugenia Flores, jubilada de 63 años. “Si él no gana, todos le van a caer encima en pandilla”.

Las actividades de campaña terminaron oficialmente el jueves, y Moreno y sus dos rivales más cercanos, el ex banquero Guillermo Lasso y la ex representante Cynthia Viteri, celebraron sus mítines finales en la ciudad portuaria de Guayaquil.

La campaña de elecciones en Ecuador está siendo observada por toda la región. Lo que está en juego es el legado del presidente Rafael Correa y su “Revolución Ciudadana”, una reorganización nacional de una década que condujo a la creación de nuevos caminos, escuelas y ciudades, aun cuando sus críticos afirman que ha hundido al país en la deuda, pisoteado las libertades civiles y generado corrupción.

¿Alguna semejanza con Venezuela?

Aparte de Evo Morales en Bolivia, puede decirse que Correa es el último izquierdista carismático de la región. Y en una región que no se destaca por sus transiciones libres de problemas, se mantiene la interrogante de si él podrá o no pasar las riendas a su antiguo vicepresidente Moreno.

La situación recuerda un tanto a Venezuela en el 2013, una comparación que les gusta a los opositores de Moreno. De acuerdo con ellos, Correa es como el difunto Hugo Chávez de Venezuela, un líder carismático que pasó un país en bancarrota a un sucesor poco afortunado, Nicolás Maduro.

Moreno “es visto por muchos como el Nicolás Maduro de Correa”, dijo Lasso a la emisora de televisión Teleamazonas el jueves. “El no tiene iniciativa ni personalidad propia”.

Y en las semanas recientes, Moreno y su partido Alianza País parecen haber estado siguiendo aún más de cerca el ejemplo venezolano: promesas de entregar decenas de miles de viviendas gratuitas o subsidiadas, de aumentar los pagos mensuales de la seguridad social, y de ofrecer préstamos de negocios sin necesidad de garantías.

Pero lo que todavía no se sabe es de qué manera el gobierno, que está falto de fondos, pagará por todo eso.

Sin embargo, las comparaciones con Maduro no siempre son exactas.

Moreno, de 63 años, cuenta con su propio capital político. Moreno, antiguo hombre de negocios que quedó parapléjico después de un intento de robo en 1998, fue el vicepresidente de Correa del 2007 al 2013, y usó su posición para abogar por los discapacitados. Muchos en Ecuador le dan crédito por ayudar a hacer al país un lugar más inclusivo y más abierto.

“Este es el momento de crear un futuro más luminoso”, dijo a miles de partidarios suyos que daban vivas y agitaban banderas en un mitin en Quito. “Porque eso es lo que significa una revolución: salir adelante y nunca echarse atrás”.

Pero a algunos les preocupa la capacidad de Moreno para encabezar esa marcha. Cuando él renunció a la vicepresidencia hace tres años, lo hizo bajo pretexto de razones de salud. Y a menudo se dice que sufre de dolores crónicos debido a su lesión. Esos temores están llamando la atención hacia su candidato a la vicepresidencia, Jorge Glas, quien es el vicepresidente actual de Correa.

Un persistente escándalo en la compañía petrolera estatal Petroecuador ha implicado a más de una docena de funcionarios, entre ellos uno que ha hecho acusaciones contra Glas. Además de eso, representantes de la firma brasileña de construcción Odebrecht se declararon culpables ante tribunales de Estados Unidos de haber pagado millones de dólares en sobornos a cambio de contratos en casi una docena de países, incluyendo $33.5 millones en Ecuador. Pero los funcionarios aquí todavía no han nombrado a ningún sospechoso local.

Glas y Correa han dicho que las acusaciones carecen de base y que son parte de una campaña de difamación.

AP

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