Ni el Gobierno ni la oposición les está hablando hoy a los jóvenes. Una cosa es ser líder joven y otra es hablarle a ese segmento tan importante y fundamental de un país.

Si partimos que no todos se pueden ir y que muchos no van tener la opción de huir de Venezuela, alguien va tener que hablarles urgentemente y conectar con ellos para transmitirles esperanza y hacerles sentir que sí hay oportunidades para ellos en la tierra que los vio nacer y crecer; que no todo está perdido.

A propósito del teatro electoral presidencial del próximo domingo 20 de mayo, no recuerdo haber visto a alguno de los tres candidatos en un acto con jóvenes. En caso de que haya ocurrido, me retracto.

¿Qué pasó en este Gobierno cuando se habló de misiones, cuando se habló de universidades, de carreras de medicina express, de bonos y regalos a los jóvenes?  ¿En que quedaron todas esas promesas de charlatanes, que fueron el tema del momento pero después hasta sus promotores se olvidaron?.

El pasado sábado 12 de mayo hice un recorrido, poco usual, por el Metro de Caracas, aquello daba pena; estaba sucio, descuidado, saturado. El servicio es gratis.

Vi muchos jóvenes con la mirada perdida y sin horizonte claro, cuando llegué al centro comercial Sambil, me sorprendió la presencia en las afueras del sitio de no menos de 300 jóvenes de las barriadas caraqueñas  con edades comprendidas entre los 15 y 18 años; funcionarios de seguridad con perros de ataque, les restringían el acceso. A los minutos la policía los ahuyentó de manera visceral.

Impactado por tal escena, abordé a varios de esos muchachos; les pregunté ¿qué habían hecho, porqué los echaban de esa manera?, ¿Desde cuándo se reunían? ¿Cómo se comunicaban y cuál era el fin? La respuesta a estas y otras interrogantes fue la siguiente: “desde hace siete años lo hacemos, nos comunicamos por faceboock,  venimos de Antímano, Caricuao, Guarenas, La Vega, El Valle y San Martín (sectores pobres de la capital de Venezuela), nos reunimos para conversar, para levantarnos (cotejar) chicas, competir con la patineta o ver quién viste mejor. Nos citamos en los espacios exteriores del centro comercial”.

Esos jóvenes que se reúnen para hacer cosas de jóvenes, propias de la edad, que no representa ningún peligro para nadie; fueron echados como delincuentes, maltratados. Como una manada, arrancaron y emprendieron su camino por las peligrosas calles de caracas sin rumbo determinado. Fue precisamente ver eso y haber conversado con esos muchachos, lo que me motivó a escribir sobre ellos.

Por eso digo que si no se piensa en ellos, que si no se piensa en espacios para ellos,  vamos a tener jóvenes sin talento, sin oportunidades y con un profundo resentimiento; y es precisamente esto último lo que más le conviene al régimen.

La lucha política del año 2007 tras el cierre de RCTV, nos dio jóvenes aguerridos de ambos bandos (oposición y oficialismo) que se convirtieron en políticos que han asumido cargos importantes en su momento; unos están exiliados, otros son perseguidos, algunos están presos y otros que han muerto en las calles en la lucha por Venezuela; esto es importante reconocerlo, igual que a los jóvenes del 2014 y 2017 cuando pensábamos que ya no habían y que todos se habían ido, nos demostraron que sí quedaban.

Ahora siento que ese germinador de jóvenes sigue, quizás de un estrato social mucho más bajo, que no tiene en sus bolsillos ni para una hamburguesa y que cada vez tiene menos oportunidades.

La esperanza de un país está en su juventud, en su gente, en sus oportunidades, no todos se pueden ir, pero la gran mayoría sí se va quedar, hay que voltear la mirada hacia esos muchachos que quieren un futuro, pero indudablemente con Nicolás al frente no pasarán de una estación del metro.

“Al pasajero se le conoce por la maleta”, decía mi papá, ya sabemos de qué está  compuesto el Gobierno y qué tienen en la cabeza.

Edward Rodríguez
@edwardr74

 

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