Inversionistas del mundo tienen la mira puesta sobre Venezuela, ejemplo de ello es el multimillonario egipcio Naguib Sawiris quien dijo a la agencia Bloomberg que invertiría en Venezuela “en cualquier momento”, después de la salida de Nicolás Maduro. Sawiris reconoce el potencial del país y juega en las grandes ligas de inversionistas ansiosos por ver el desenlace de la crisis venezolana.

“La inversión extranjera y nacional está a la expectativa de lo que ocurra en Venezuela, dado que tiene claro su función como factor de éxito para la reconstrucción del país. Son actores de mucho peso internacional, que permiten abrir puertas y facilitar proceso como los que vive Venezuela”, indica David Osio, CEO de Davos Financial Group.

Entre esos grandes jugadores hay otras figuras, que portan el doble sombrero de inversionista y acreedor, como China y Rusia.

¿Qué papel pueden jugar para impulsar un cambio que coloqué nuevamente a Venezuela en el mapa de los mercados emergentes?

“Hay un claro interés entre los inversionistas por un profundo cambio en la situación de Venezuela. Al producirse la aparición en escena de Juan Guaidó como presidente interino hubo un repunte en el valor de los bonos venezolanos, ante la perspectiva a corto plazo de un cambio en la administración de la economía del país”, comentó David Osio.

La resistencia de Maduro a dejar sus funciones aplaza cualquier proceso de reestructuración de la deuda venezolana y sus empresas estatales, así como las sanciones impuestas a las transacciones con estos títulos.

De los aproximadamente US$ 140.000 millones de deuda que los analistas creen que está pendiente, más de US$ 65.000 millones se deben a los tenedores de bonos.

Para los inversionistas, estos bonos representan un gran desastre del cual hay que desvincularse de la mejor manera, es decir, sin perder dinero. ¿Pero, cómo lograrlo?

De acuerdo con un artículo de Bloomberg, se estima que el país debe aproximadamente unos US$ 50.000 millones a China a y Rusia. Luego están las compañías a las que se les han otorgado arbitrajes, como la compañía minera canadiense Crystallex y la petrolera Conoco Phillips.

A la lista de acreedores también se suman pesos pesados como administradores de fondos de inversiones como Fidelity, Pimco, BlackRock, AllianceBernstein, T. Rowe Price and Goldman Sachs Asset Management. Todo deseosos de cobrar o reestructurar de manera ordenada y justa esas obligaciones de la república y PDVSA.

En el caso de Rusia, se estima que Venezuela debe a la empresa Rosneft unos US$ 2.3 mil millones y, aún cuando la administración de Maduro le ha cumplido sus pagos, el crítico momento que se vive en el país, hace que cada acreedor busque mayores garantías de continuidad de pagos.

“Sin duda, China y Rusia figuran entre los grandes interesados en que la eventual reestructuración de la deuda se haga con condiciones favorables para sus respectivos objetivos”, expresó Andrés Coles, Director de Davos Financial Advisors.

En su opinión, no resulta descabellado pensar que el equipo del presidente interino Juan Guaidó esté realizando contactos con ambos gobiernos, para explorar posibles esquemas que permitan definir el mejor escenario de repago de la deuda, incluyendo concederles prioridad en la lista de acreedores que recibirán reembolso, a cambio de que ambas naciones aceleren el cambio político en Venezuela.

Para los tenedores de bonos esta posición de China y Rusia podría representar, en ciertas condiciones, un alivio.

Solo restaría quitar del camino las sanciones que pesan sobre las transacciones con los títulos venezolanos, ya que estas medidas tienen el mercado trancado. Tanto es así, que algunas instituciones están considerando sacar estos bonos de sus índices, para evitar mayores distorsiones en sus apreciaciones sobre el movimiento de las bolsas de valores.

El renacimiento económico venezolano

Bajo los escenarios más conservadores de desarrollo económico, Venezuela podría atraer capitales privados y financiamientos multilaterales para reactivar su economía y mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.

“Esto requiere políticas de creación de riqueza, como la apertura económica y el respeto al estado de derecho (saneamiento del sistema judicial).

Venezuela se beneficiaría enormemente si se redefiniera como un estado productivo y no un agente redistribuidor de la explotación mineral”, en opinión de Andrés Coles.

“Venezuela podría fácilmente honrar sus compromisos existentes bajo una reestructuración moderada de su deuda, ofreciendo una reprogramación de vencimientos y “hair cuts” importantes, a cambio de warrants u otros mecanismos que preserven gran parte del valor presente de esas obligaciones para los tenedores”, explicó el director de Davos Financial Advisors.

Inclusive, el país debería estar en capacidad de reducir significativamente el costo del servicio de la deuda, y así repagar toda la deuda existente, bajo mejores políticas públicas.

En un futuro no muy lejano podría generar aportes a fondos de reserva soberanos como se intentó antes de la llegada de Chavez. Estos fondos existen en la mayoría de los países petroleros como Noruega y los países árabes, y son de enorme valor estratégico para esas economías.

Davos Observer

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