Por Mariángel Suárez Así lo veo yo

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Confieso que no imaginaba cómo era dar el resto en Venezuela. Hasta que arrancó el 2017. Que manera de luchar, que manera de apartar todo lo que no sea el país como prioridad. Para aquellos que no creían en nosotros, les digo, hoy más que nunca, que este es el país de la gente más talentosa que conozco, luchadora, ocurrente, creativa y solidaria. Este el país que está rescatándose de una catástofre roja que ciertamente acabó con muchas tradiciones, familias y amistades, pero que también nos obligó a reencontrarnos con nuestra esencia.

“Seguimos”, ha sido una de nuestras consignas, “no cansarse porque perdemos” ha sido otra. Pero hoy nos juntamos alrededor de la que más me gusta “los buenos somos más”. Es que no hay marcha atrás, ahorita es el momento de hacer valer todo el esfuerzo y la entrega de aquellos que hemos dado el resto durante más de 100 días en la calle, o haciendo un alto significativo en nuestras vidas, para rescatar a estos más de 900 mil kilómetros que conforman Venezuela de las garras del autoritarismo, el atraso y la injusticia.

En este camino tan difícil, en el que cada cambio nos dolía hasta físicamente, en el se han quedado vidas apagadas para siempre, también se ha quedado enterrado el miedo. Porque somos una nación de gente honesta, enfrentada todos los días a la brutalidad e injusticia más descarada de los últimos tiempos, casi inaguantable para cualquier ciudadano del mundo. No hay marcha atrás porque llegó el momento de la conciencia colectiva, de la valentía colectiva en la que hemos aprendido a mirar y a entender a Venezuela desde otro punto de vista. Ahora la asumimos desde el dar y no desde el pedirle. Porque esta aplanadora la dejó seca, sumida en el fracaso y en la miseria. Por eso ahorita, lo único que millones queremos es vivir en democracia, oler a libertad, a progreso, parecernos como personas al entorno natural que nos pertenece desde siempre, parecernos a esa tierra bendecida.

Hoy domingo 16 de julio, nos preguntamos hacia dónde vamos. Como yo lo veo, a reencontrarnos con un país de oportunidades, en el que nos han enseñado a convertir la tristeza en coraje, la euforia en afán de construir. Hemos aprendido a ver el país como un ser que siente y palpita, que necesita cuidados y, sobre todo, una limpieza profunda de tanta gente mala, sin valores y sin escrúpulos.

Necesitamos empezar a celebrar la culminación exitosa de etapas, con alegría, orgullo y esperanza de que tendrán la oportunidad de aportar. Muchos de nosotros estamos protagonizando esa unión sináptica donde el país pueda ser posible nuevamente.

La vida es una quimera para algunos y un exceso de realidad para otros. Hoy estamos intentando todos los venezolanos de buena voluntad rescatar nuestro país, porque además no puede ser de otra manera. Así que como decía Nietsche “aquel que tiene un por qué para vivir, se puede enfrentar a todos los cómo”. Vamos Venezuela.

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