Por: Anahis Cruz

Giselle Bonet, es una venezolana nacida en Caracas y encontró el éxito a más de 15 mil kilómetros de su casa tras emigrar a China donde fundó «Pinchili China», una empresa de asesoría comercial para importaciones, además escribió el exitoso Best Seller en Economía y Negocios «11 secretos para importar desde China» y que le mereció el reconocimiento como la escritora mejor vendida tras llegar al puesto número uno en ventas durante tres semanas consecutivas y a tan sólo tres días de su publicación.

En los «11 secretos para importar desde China», Giselle comparte estrategias «que te ayudan a hacer el proceso de importación con alta experiencia y estrategias que se pueden aplicar y que ayudan a hacer el proceso de importación con alta experiencia».

Esta talentosa mujer venezolana cuenta que desde los 8 años sintió pasión por las ventas, entre juegos de muñecas y muestrarios de tintes de cabello vendía pelucas para las Barbies de sus amigas.

«Tuve de ejemplo a mi mamá que llegó a tener hasta tres trabajos para mantenerme. Antes de venirme a China hice muchas cosas, trabajé en una heladería, después en una peluquería sirviendo café, limpiando, lavando cabellos y recogiendo. Yo de verdad he sido siempre muy trabajadora. En el 2010 pedí un préstamo y me vine a China a comprar ropa, zapatos y carteras, me las llevé a Venezuela y comencé a vender».

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Su empresa de asesoría lleva por nombre «Pinchili China», que en el dialecto chino Xiang, originario de la provincia de Hunun, significa “fortuna”. Esa palabra, poderosa por sus múltiples acepciones, es la que define la marca «Pinchili China» de Gisselle Bonet, que desde que escogió ese nombre, puso todos sus esfuerzos para consolidar sus metas.

Comenzar en China

De comprar productos chinos y venderlos en pequeños comercios valencianos, Gisselle pasó a importar y en ese aprendizaje y con la experiencia que dejan los tropiezos, engaños y estafas, cambió de norte y comenzó a ofrecer asesorías para ayudar a los interesados a incursionar en el mercado de las importaciones.

En aquel tiempo, Giselle se había quedado sin trabajo, «sentí que en ese momento necesitaba producir, fue un momento difícil, pero vi a mi alrededor que varios de mis amigos estaban importando desde China y les iba bien y pensé ‘bueno yo de pronto también podría tratar de traer algo y venderlo aquí’, el banco me aprobó el crédito y comenzó mi travesía en Venezuela y China», cuenta.

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Después de muchos intentos y tropiezos ahora Bonet tiene su propia empresa que sólo en el año 2022 facturó $15 millones de dólares a través de las asesorías para importar desde China a cualquier parte del mundo. El comienzo no fue fácil, la distancia, el idioma, las costumbres, el desconocimiento y hasta falta de experiencia hicieron cuesta arriba, pero no imposible, el inicio de una nueva vida muy lejos de casa.

«Era dificilísimo no hablar, los primeros días te lo juro que lloré. No sabía cómo pedir la comida, me daba miedo, fue muy difícil, pero dije ‘si otros pueden yo también puedo’, y seguí adelante sin saber ni cómo pedir ni cómo comprar, me ayudaba con un traductor en el celular y así poco a poco fui aprendiendo, a los trancazos como dicen en Venezuela y ya han pasado 14 años desde entonces».

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Duro comienzo

Todo principio es penoso, las migraciones no son decisiones sencillas y no fue la excepción para Gisselle, quien en su primera importación no perdió dinero, pero si dejó de ganar porque mucha de la mercancía que le llegó no era de la calidad que ella había pedido.

Muchos productos llegaron dañados, con tallas erradas o colores de poca demanda, en otras palabras, la engañaron y terminó estafada. Con los años y con esta mala experiencia aprendió a comprar y evitar los engaños malintencionados, al punto que hoy, precisamente ofrece ese servicio de asesoría y comprobación de la calidad de los productos antes de pagarle a los proveedores. Con las estafas a las que fue objeto, aprendió cómo hacer para que no la vuelvan a estafar, ni a ella ni a sus clientes.

«Ni siquiera me di cuenta de la magnitud de la pérdida que tuve, ahora con todos los años que tengo importando me di cuenta que prácticamente hice el trabajo gratis, el margen de ganancia no es nada comparado con lo que pudiera yo hacer ahora con el conocimiento que tengo» aseguró Bonet.

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Gracias a esa experiencia, hoy Gissell también ofrece cursos donde te explica el paso a paso de cómo el comerciante debe hacer sus importaciones desde China y les cuenta las trampas que se pueden presentar y cómo evitar caer en ellas, enseña las mejores estrategias para hacer más dinero, más fácil y en menos tiempo.

La barrera del idioma

El mandarín no es un idioma sencillo, al menos así lo considera Gisselle, quien a pesar de tener más de 10 años viviendo en China confiesa que no lo domina lo suficiente, aunque sí lo básico del día a día, para hablar con los proveedores chinos cuenta con un equipo de más de 20 empleados bilingües que hablan mandarín e inglés. «Yo les doy a ellos las instrucciones en inglés y ellos hacen toda la comunicación en mandarín con mis proveedores».

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Nueva vida en China

Con los años hoy esta empresaria reconoce que no fue fácil establecerse lejos de casa, fue un reto llegar a Cantón, China. El proceso de adaptación, los gastos, el colegio y las necesidades de su hija. «Yo me traje unos ahorros y me traje dinero para vivir al menos dos años y para abrir mi empresa y salir adelante».

El día a día iba de la mano de las necesidades y el proceso de adaptación de mi hija, con los años fue adquiriendo confianza, habilidades y consolidando la empresa. Siempre con el corazón dividido y la familia lejos en Venezuela.

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Después de mucho trabajar y de muchos sacrificios «mi empresa empezó a dar dinero dos años después de comenzar, mis ahorros se iban para abajo porque tenía que pagar los gastos que tiene cualquier familia y tenía además que invertirle a la empresa para que pudiera crecer. Invertir en publicidad, contratar empleados y no tenía clientes, fue muy difícil y lloré mucho, llegué a pensar que me tenía que devolver a Venezuela y sin dinero».

Llega el éxito

Actualmente «Pinchili China» cuenta con más de 80 empleados para su funcionamiento en China y en Venezuela, además de los colaboradores en Argentina, Colombia y en cualquier país en donde requieran de sus servicios. Cuenta con una nómina de 60 mil dólares mensuales.

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Hoy con su experiencia, Gisselle Bonet quiere motivar y ser un ejemplo de superación. «Si sienten miedo piensen en mí que yo lo logré, una venezolana con una hija pequeña y si yo pude tú también lo puedes lograr en cualquier parte del mundo donde estés. Hoy me siento muy orgullosa de decir que vengo de Petare, que esto sea una motivación para las personas de bajos recursos, pues yo nací en una zona con tan pocos recursos y hoy estoy donde estoy».

Con sólo 40 años además de empresaria imparte cursos y escribió uno de los libros en materia económica más leídos del mundo.

Producción y entrevista por: Leider Duran