Miguel Peña G.

@miguepeg

A casi un mes de protestas constantes y sostenidas en contra de la dictadura de Maduro, lo verdaderamente cierto, es que la sociedad venezolana dijo basta. El ciudadano de a pie no se cala un abuso más del régimen; ergo la calle no se dejará. Por supuesto, no abandonar las acciones de calle, seguramente incrementará a niveles insospechados y deplorables la represión desmedida, asesina y criminal de la “guardia nacional”, los paramilitares y la “pnb”.

Ya las bombas lacrimógenas no se tiran al aire para dispersar, sino al pecho cual proyectil, con el propósito maligno de causar daño físico y directo, mejor dicho, asesinar al que disiente. A medida que finaliza el mes de abril, la dictadura en su marcha de la muerte se viene cobrando vida tras vida, derribando -como si fuera un vulgar juego de pines- a todo aquel que intente vociferar: libertad. El sentido represivo está fuera de control; se ha vuelto despiadado y criminal. No existe registro alguno en nuestro país, de un odio tan feroz a la población como el que ha manifestado Maduro y sus aláteres. Ni en la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se vivió tanta saña. Cada vez que Maduro Baila en televisión, debemos santiguarnos, ya que este hecho banal parece el augurio de que alguien será asesinado en la protesta ¿Esa es la señal de reprimir y asesinar que ordena a sus bandas armadas?

El miércoles 26 de abril, la oposición decidió realizar la séptima marcha hacia la defensoría del pueblo y, nuevamente, las “SS criollas” -dirigida por el ministro Reverol- masacraron brutalmente a los ciudadanos, lo que trajo como consecuencia fatal, una nueva víctima, Pablo Pernalete, joven de apenas 20 años, estudiante de la UNIMET. Asesinato que podemos describir como doble, pues no solo se le quitó la vida al muchacho, sino que se le privó de conocer otra forma de gobierno. Eficaz, responsable, apegado a la norma y consciente de las necesidades de la gente. Gobierno que muchos de ustedes, al igual que yo, disfrutamos durante 40 años de democracia civil; con sus errores y aciertos. Pablo Pernalete, nació y creció bajo la sombra de la desgracia nacional llamada chavismo.

Como corolario del cinismo rojo rojito, el inefable “ministro de defensa”, escribe un tuit, por demás siniestro, donde escupe: “¿Cuántos muertos más necesitan los extremistas de la oposición para abandonar la violencia como forma de hacer política? ¿Cuántos más?”. No vale la pena ahondar en esta infeliz declaración, el texto nos muestra quien comanda la “fan” (en minúsculas). Sin embargo, habría que pregúntale al portador de tanta chapa y luces de navidad en su uniforme ¿Cuánto más usará él, a la fuerza armada como guardia pretoriana, para defender a la dictadura? ¿cuánto más?

La dictadura se regodea en una especie de orgía represiva. En un éxtasis sangriento que únicamente busca a través de la bota militar, permanecer en el poder hasta el fin de los tiempos. El asesinato del joven Pernalete, la represión desmedida en Caracas y el bombardeo asesino a la Urb. Sucre de Barquisimeto, hará escalar el conflicto y el sentimiento de rechazo al chavismo y todo lo que representa. La “gn” se desprestigió a otro nivel. Se convirtió en un componente militar infame; situación que impulsa el debate dentro de la sociedad venezolana, sobre su pertinencia como cuerpo de seguridad. Actualmente, en muchos sectores se plantea la posibilidad de eliminar a la “gn” del seno de la “fan” cuando todo esto pase.

Mientras todo el marasmo represivo ocurre ¿dónde están la “Fiscal y el Defensor”? ¿Cuál debería ser la posición de estas instituciones frente a tanta violación del debido proceso y de los DDHH? En este mar agobiante de oscuridad e incertidumbre, son preguntas complejas que más allá del agua oxigenada y la depilación corporal, siguen esperando respuesta.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Ingrese su nombre aquí