Por Anahis Cruz

Gustavo Núñez Palencia es un bailarín venezolano de 31 años de edad que se ha ganado a pulso y con mucho tesón cada aplauso que recibe del público europeo. Nació y creció en San Blas, una humilde zona de Valencia, Venezuela, que le dejó la mejor de todas las enseñanzas, «para alcanzar los sueños hay que ser constantes y luchar para alcanzarlos».

Sus recuerdos lo llevan con nostalgia a las calles del barrio en el que creció y que a pesar de las carencias económicas dice que no lo cambiaría por nada, aseguró que tuvo una infancia feliz «al lado de sus padres y hermana, jugando en el barrio entre sus vecinos y amigos».

Antes de incursionar en el baile, practicaba artes marciales donde alcanzó cinturón negro en karate, confiesa que esta disciplina deportiva lo ayudó a ser organizado. «Gracias al karate soy disciplinado, también me dio flexibilidad y fuerza».

«Aun sabiendo que el karate no era lo mío, me lo tomé muy enserio, gané medallas en campeonatos, kata, combates, y todo eso realmente me ayudó, fue una buena etapa que hoy recuerdo con mucho cariño y hoy estoy agradecido porque me dio la disciplina y constancia que hoy necesito para mi profesión como bailarín».

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El casting que le cambió la vida

Su saltó del karate al baile ni siquiera él lo vio venir, fue a través de una amiga que le sugirió que se presentara en un casting que terminaría por cambiarle la vida. Conoció «Chamos Producciones», una empresa de recreación que para ese momento anunció las audiciones.

«Yo preparé una coreografía sin saber nada de baile, no recuerdo ni a quien le pedí ayuda, pero lo hice. Para mi sorpresa quedé seleccionado y allí conocí el mundo artístico. Comencé a participar en diferentes show para todo tipo de público: infantil, adultos, eventos vacacionales y más».

De la mano de Eduardo Sanoja y Miyoshi Yusti llevaban el proyecto artístico que le vio nacer entre tablas de teatro, ballet clásico y musicales.

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Así fue como Gustavo Núñez terminó cambiando el «dojo» por los escenarios y las luces, incursionando en grandes musicales, bailes y obras de teatro. Con empeño aprendió la técnica, conoció otro mundo que verdaderamente le apasionó. «Desde ese momento me di cuenta que me quería dedicar a esto toda mi vida, pero también comprendí que en Venezuela no podía, que no era suficiente, en mi mente ya sabía que tenía emigrar».

Ya con la inquietud sembrada en el pensamiento al descubrir lo que quería hacer en su vida, Gustavo decidió darle un cambio a su vida y comienza a estudiar baile en la escuela de Cristina Gutiérrez, para hacer ballet. «Fue difícil porque en Venezuela no hay cultura para que los hombres hagan ballet, sin embargo, lo hice, también hice jazz, estudie por varios años y lo logré».

 

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Chicago, su primera gran oportunidad

De la mano de Luis Fernández y Mimi Lazzo, Núñez Palencia llega a la obra «Chicago». Lo recuerda con agradecimiento y como su «gran primera oportunidad». Lleno de retos y desafíos se presenta en la audición. «Quedé seleccionado para este show en el Teatro Teresa Carreño, fue un punto de inflexión en mi vida, fue un proceso largo, era muy joven, sin embargó, conseguí el papel. El apoyo de Luis Fernández fue decisivo en mi carrera, me aconsejó y sé que, en parte, gracias a él lo logré».

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Núñez Palencia recuerda especialmente a Fernández, a quien considera una persona muy importante en su vida. «Me impulsó para que yo pudiera lograr lo que hasta ahora he logrado, fue luego de participar en Chicago que supe que tenía que emigrar y llegar hasta donde estoy. Luis ha sido una persona muy importante en mi vida».

Tras finalizar una exitosa temporada con «Chicago» en Caracas comienza a prepararse para emigrar, ya con el horizonte claro y teniendo como norte España y decidido a cambiar su vida.

“Seguí trabajando con espectáculos pequeños en Valencia, vendía artesanía, hacía pulseras, vendía fuegos artificiales, reunía y reunía para poder preparar mi viaje a España», recuerda.

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Ida y vuelta

Llega a Barcelona con sólo 20 años de edad, con muy poco dinero, pero con muchas ganas de alcanzar sus sueños. «Fue bastante duro porque no tenía familia, ni conocidos. Al principio viví en hostales compartiendo habitación con mucha gente, desde abajo, trabajando en restaurantes, lavando platos, cuidando perros y cuidando abuelos, para poder sostenerme y seguir adelante».

Tras realizar varias audiciones se presenta para el Cabaret El Plata, sin embargo, tras debatirse en la legalidad migratoria o quedarse de forma irregular, da un pequeño paso atrás y regresa a Venezuela con la esperanza de conseguir un contrato laboral que lo regresó a España.

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Tras casi un año de espera lo consigue y vuelve a España y se asienta en Zaragoza donde permanece poco más de un año trabajando para el Cabaret El Plata. «Fue decepcionante la espera, se me hizo eterna. Podía salir bien, podía salir mal. Fueron bendiciones que se unieron para que eso pudiera darse. En cada etapa de la vida tengo que agradecer a muchas personas y a Dios que han permitido que las cosas se den como se han ido dando».

Esta experiencia en su vida le dejó claro que hay que luchar para conseguir los sueños, pero también hay que tener paciencia.

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Llegan los éxitos

Estando en Europa, este migrante venezolano que engrosa la lista de los criollos que dejan grandes huellas y ganas de hablar bien de él, ha tenido la oportunidad de pertenecer al elenco de la versión española de «Mamma Mia» y la edición alemana de «Tarzán», luego consiguió pertenecer al musical de «El Rey León». «Ya había hecho diez audiciones en diferentes partes del mundo, después de diez veces me llaman para ir a Hamburgo» recuerda con orgullo y entre risas tras ver que no darse por vencido le permitió participar en la obra.

Actualmente Gustavo forma parte del Moulin Rouge, en Colonia donde tiene un contrato para permanecer trabajando en Alemania hasta 2025.

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 Pensando en Venezuela

Aunque no está en los planes inmediatos por su apretada agenda, Gustavo espera algún día compartir su experiencia en Venezuela. «Tal vez impartir algunos talleres, participar en obras, dirigir algún espectáculo. Todo es posible y sueño con ello».

Gustavo quiere compartir su experiencia y sobre todo demostrar que, aunque todo parezca cuesta arriba, con disciplina y trabajo, las metas se alcanzan.
Este criollo deja claro que con «perseverancia, constancia, disciplina, empeño «se logran las metas, que no hay límites».

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Producción: Leider Durán y Circuito Noticias. 

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