Finales Inesperados

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Miguel Peña G.
@miguepeg

Pensar que la situación apremiante que ocurre en Venezuela se puede resolver con la simple pretensión tuitera, de promover una invasión militar extranjera o la asistencia humanitaria -como la llaman ahora- configura un desconocimiento grosero, no solo de la realidad mundial, sino del pragmático y lógico comportamiento de la política internacional moderna. La odiosa «ceguera» del inmediatismo, las rocambolescas proclamas y los reiterativos juramentos heroicos, más que incentivar a las masas se transforman en vacías arengas patoteras, carentes de propuestas efectivas que muestren la tierra prometida; reconquistar la democracia.

La política no se basa en leyes dogmáticas inamovibles. Al contario, nos ha enseñado históricamente que es dinámica y amoldable a las circunstancias. Lo que hoy figuran como escenarios improbables, horas después, cambian radicalmente a una realidad inesperada; para bien o para mal. Aristóteles, Maquiavelo, Bismarck y Churchill dijeron aquello de que la política es el arte de lo posible. Ciertamente es así, porque más allá de las distintas manías de los políticos -que lo complican todo-el arte de alcanzar acuerdos a través de diálogos o negociaciones, siempre debe prevalecer ante cualquier avanzada de fuerza militar o civil. Ejemplo; las dos Coreas sentadas buscando un acuerdo.

Nadie en Venezuela tiene la más remota idea de los traumas incurables que deja un conflicto bélico. Solo para ponerlo en contexto, imagine lo que padecemos -en todo sentido- con la inseguridad desborda que nos agobia. Ahora, multiplíquelo por un millón. Así de cruento es el escenario de la guerra. El alarmante desasosiego evidente en los venezolanos es provocado gracias a la desesperanza, la profunda crisis nacional -aupada por la mala praxis gerencial del régimen- y el golpeteo incesante de la antipolítica que, agazapada como vulgar carroñero, busca terminar de desmenuzar los restos ciudadanos y de país que va dejando la revolución madurista. Dichos factores generan en la sociedad, un peligroso deseo cortoplacista que nos hace presos de las salidas mágicas y de los mesías alados. Caldo de cultivo para el fracaso absoluto.

Mientras el pantano de arenas movedizas se mueve bajo nuestros pies, provocando numerosos colapsos de vacíos que tratan de succionar cualquier acción política de la unidad democrática, inexorablemente, el final de esta dramática realidad se va entretejiendo como una telaraña que ahoga de apoco, a la inocente presa que hace resistencia pero que, sin saberlo, llegará al punto de no moverse más. En esa posición, aunque parezca increíble, se encuentra el régimen chavo-madurista. La comunidad internacional ha revelado por vez primera, el verdadero momento de debilidad del régimen. A partir de la masacre del Junquito, una serie de hechos van dejando claro cuál es el camino que le espera a Maduro y sus secuaces, ellos lo decidieron así.

Frente al terror de seguir bajo el yugo chavista, algunos venezolanos desoyen cualquier susurro de negociación, y se aferran a la pancarta pintada de ojos del momento. Nadie se detiene a analizar con mesura, cada uno de los escenarios que están sobre el tapete y, mucho menos, aquellos que se germinan en la política doméstica e internacional. Debemos entender que las dictaduras, sin importar cuales sean los factores que la sostienen, siempre terminan con un final inesperado. Le pasó a Pérez Jiménez, Noriega y Pinochet. La dictadura roja no escapa a esa “Leitmotiv” histórica de los regímenes autocráticos.

¿Qué son finales inesperados? Después del comunicado del Grupo de Lima, es oportuno hacer ciertas consideraciones importantes: Quedó demostrado que lo vociferado por el régimen sobre las reuniones en dominicana, resultaron una total y absoluta mentira; lo que nos hace presumir, que las negociaciones estaban avanzando de manera seria y contundente. La salida de México de la mesa de negociación refleja que los cancilleres tenían muy bien establecido, que harían si el régimen no cumplía su palabra en la fecha establecida; 18 de enero para ser exactos. Por otro lado, las declaraciones de la UE, el Presidente Santos, sumados los comunicados del VP de EE.UU. y de otros funcionarios de la administración Trump, dejan definitivamente al régimen golpeado y huyendo hacia adelante.

¿Qué son finales inesperados? La declaración del director de la CIA, la primera visita a LATAM del secretario del Departamento de Estado y la presentación de una demanda penal contra Maduro, por parte de senadores estadounidenses. Leer que la CIA entra en la escena pública y declara sobre Venezuela, y observar a Maduro pedirles a sus seguidores que firmen un compromiso de voto, significa que todo forma parte de este #FinalInesperado.

 

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